Un homenaje inesperado unió a dos artistas de épocas distintas sobre uno de los escenarios más importantes del mundo.
Una noche mágica en el desierto
El Festival Coachella 2025 fue testigo de un momento que ya quedó en la historia de la música: la inesperada aparición de Brian May, legendario guitarrista de Queen, junto al joven fenómeno del pop-rock Benson Boone. Juntos interpretaron “Bohemian Rhapsody”, rindiendo tributo al eterno Freddie Mercury frente a una multitud conmovida.
El regreso de una leyenda
La presencia de May fue particularmente significativa. A sus 77 años, el músico británico regresó a los escenarios tras haber sufrido un derrame cerebral en septiembre de 2024, que lo mantuvo alejado de la actividad por varios meses. Su aparición, surgida desde una plataforma bajo el escenario con su clásica guitarra roja, desató una ovación inolvidable.
Un debut de alto impacto
Boone, de apenas 22 años, se presentó por primera vez en Coachella con un set de 11 canciones. Cerró su show con la emotiva “Beautiful Things”, su hit mundial, acompañado nuevamente por May. Pero el punto más alto llegó cuando se sentó al piano con capa de armiño —aludiendo al icónico look de Mercury en 1986— y comenzó la intro de “Bohemian Rhapsody”.
La fusión perfecta: emoción, virtuosismo y homenaje
Cuando llegó el solo de guitarra, May emergió en escena, ejecutándolo con una precisión que dejó al público sin aliento. Luego se retiró brevemente, solo para regresar en el cierre de la canción, mientras Boone, fiel a su estilo enérgico, saltó por encima del guitarrista sin interrumpir su ejecución. Un gesto que combinó respeto, euforia y teatralidad.
Un cierre a puro simbolismo
Además del tributo a Queen, May acompañó a Boone en el último tema del set, dejando en claro que la música une generaciones y que la emoción de los clásicos sigue vigente. La conexión entre ambos artistas fue tan genuina que el momento ya circula como uno de los más virales del festival.
Coachella: más que un festival
El evento, que se celebra hasta el domingo en el Empire Polo Club de Indio, California, sigue consolidándose como el escenario donde lo inesperado puede suceder. En esta edición, el legado de Freddie Mercury volvió a latir con fuerza gracias a dos artistas de mundos distintos, pero con la misma pasión.