El Rey que pudo haber sido mariscal de campo. Aunque el mundo lo recuerda como un ícono del rock, Elvis Presley también fue un apasionado del fútbol americano. Nacido en Tupelo, Mississippi, y criado en Memphis, Tennessee, el joven Elvis soñaba con jugar en el pequeño campo de deportes de Guthrie Park, aunque su madre, Gladys, le prohibía participar por miedo a que se lesionara.

En su adolescencia, desafiando los deseos de su madre, organizaba partidos los domingos con sus amigos, algunos tan intensos que quedaron registrados en fotos y videos que hoy se exhiben en Graceland, la legendaria mansión del cantante. Un video en particular muestra a Elvis con una camiseta negra desgarrada, evidencia del contacto físico en esos juegos que tanto disfrutaba.
Sin embargo, el destino tomó otro rumbo cuando a los 18 años grabó un single para regalarle a su madre. El jefe de Sun Records, Sam Phillips, descubrió su voz única, y la música prevaleció sobre el deporte.
El fútbol como refugio, incluso en el ejército
El fútbol americano siguió siendo una constante en la vida de Elvis. Ya convertido en una estrella, su grupo de amigos, conocido como la “Memphis Mafia”, continuó organizando partidos. Aunque los estudios de cine intentaban protegerlo obligándolo a usar cascos, esto solo intensificó el nivel de los encuentros.
Durante su servicio militar obligatorio en Alemania, Elvis destacó en una liga de fines de semana entre soldados, llegando a ganar el premio al Jugador Más Valioso (MVP). Este deporte, además de una pasión, era su manera de escapar de las presiones de la fama.
El entrenador táctico de la «Memphis Mafia»
Elvis no solo jugaba al fútbol americano, también se involucraba estratégicamente en el deporte. Entre los recuerdos que adornan las vitrinas de Graceland, se encuentran hojas de papel donde el Rey del Rock trazaba jugadas tácticas con todo detalle. En ellas, Elvis diagramaba posiciones, rutas de pase y movimientos, como si se tratara de un entrenador profesional. Esas hojas no solo son una prueba de su amor por el deporte, sino también de su habilidad para desconectarse del estrés de su carrera y entregarse por completo a otra de sus pasiones.

El contrato «a lo Messi» que marcó su ocaso
Elvis firmó en 1969 un contrato de residencia en el International Hotel de Las Vegas, un acuerdo que nació de un borrador escrito en un mantel, al igual que el primer contrato de Lionel Messi con el Barcelona, que se firmó en una servilleta.
Lo que comenzó como un único show para invitados VIP se transformó en una residencia que incluyó entre 600 y 800 presentaciones a lo largo de siete años. El contrato fue orquestado por su representante, Tom Parker, quien renegoció los términos sin la intervención de Elvis. A cambio de un millón de dólares al año, Elvis quedó atado a Las Vegas, un compromiso que lo llevó a un agotamiento físico y emocional.
Tom Parker: el «falso coronel» que controló al Rey
Parker, un inmigrante ilegal de origen neerlandés, fue clave en el ascenso y caída de Elvis. Se hacía llamar “Coronel” a pesar de nunca haber servido en el ejército y controlaba cada aspecto de la carrera del músico. Debido a su estatus irregular en Estados Unidos, no podía salir del país, lo que frustró las giras internacionales de Elvis.
Cuando el cantante intentó despedirlo, Parker respondió con una lista detallada de deudas y gastos acumulados desde los inicios de su carrera, una cifra impagable que obligó al artista a mantenerlo como representante.
El ocaso del Rey
Elvis Presley murió en 1977 en su mansión de Memphis, víctima de una vida marcada por el exceso y las presiones. Su historia no solo es la de un ícono musical, sino también la de un hombre que buscó refugio en el deporte y que, como muchos genios, terminó siendo víctima de su entorno.

Hoy, en Graceland, el mantel que selló su contrato en Las Vegas es una pieza clave del museo, un testimonio de cómo la ambición y el control marcaron los últimos años de la vida del Rey del Rock.