Detrás de la magia de la IA, un costo ambiental cada vez más difícil de ignorar
Generar una imagen con inteligencia artificial puede parecer una acción trivial: subir una foto, seleccionar un estilo —anime, Ghibli, fotorrealista— y dejar que el sistema haga su magia. Pero lo que ocurre detrás de escena en los servidores que hacen posible ese resultado dista mucho de ser inofensivo. Según un estudio conjunto de las universidades de Colorado Riverside y Texas Arlington, cada imagen generada podría estar usando entre 2 y 5 litros de agua.
El número sorprende y preocupa, sobre todo en un contexto global donde el cambio climático y el estrés hídrico son temas críticos. ¿Cómo se explica este fenómeno?
El enfriamiento que consume millones de litros
Los sistemas de IA generativa funcionan gracias a servidores de alto rendimiento que procesan grandes volúmenes de datos en tiempo real. Este procesamiento genera calor y, para evitar el sobrecalentamiento, las instalaciones recurren a sistemas de enfriamiento basados en agua.
De acuerdo al informe Making AI Less Thirsty, estos sistemas consumen cantidades alarmantes de agua. En solo cinco días, más de 200 millones de imágenes generadas con estilo Studio Ghibli —una tendencia viral reciente— habrían utilizado más de 216 millones de litros de agua, únicamente para enfriar los servidores.
Este tipo de consumo, invisible para el usuario final, pone en cuestión la sostenibilidad de estas tecnologías.
IA: la nueva industria sedienta
El caso de las imágenes no es único. La generación de textos mediante inteligencia artificial también contribuye al consumo hídrico. Según las estimaciones, un solo correo electrónico de 100 palabras producido por IA requiere unos 519 mililitros de agua, lo equivalente a una pequeña botella. Y esto se multiplica por millones de interacciones diarias.
A nivel mundial, se calcula que la demanda de IA implicará entre 4.200 y 6.600 millones de metros cúbicos de agua anuales para 2027. Esta cifra es comparable al consumo anual de países como Dinamarca, o a la mitad del Reino Unido.
¿Dónde están los centros de datos? El factor geográfico importa
No todos los centros de datos consumen lo mismo. Según The Washington Post, los ubicados en zonas como la ciudad de Washington lideran en consumo hídrico, debido a las características climáticas y la eficiencia de sus infraestructuras.
Esto añade una dimensión geopolítica a la discusión, ya que el impacto ambiental varía según la región y puede agravar las condiciones de zonas ya vulnerables a la escasez de agua.
¿Vale la pena una imagen con orejas de gato?
La pregunta que subyace es: ¿vale el costo ambiental por una tendencia pasajera o una foto divertida para compartir en redes? En un mundo donde se pide reducir el consumo individual de agua —cerrar la canilla al lavarse los dientes, tomar duchas más breves—, el derroche digital pasa completamente desapercibido.
La expansión de la IA es inevitable, pero la toma de conciencia es urgente. La solución no es dejar de usar estas herramientas, sino repensar su uso, exigir eficiencia a las empresas tecnológicas y poner el foco en políticas públicas que regulen su impacto ambiental.